La
práctica del estilo “coaching” tiene asociada la idea de
proximidad con los colaboradores: sus motivaciones, objetivos y
aspiraciones en el ámbito laboral pero también a nivel vital.
El
coach ayuda a sus colaboradores a conocerse
a si mismos y a crecer, establece metas a largo plazo que llenen a
las personas y les ayuda a lograrlas. Al mismo tiempo, es capaz de
recoger las inquietudes vitales y enlazarlas con los objetivos de la
organización donde
los colaboradores encuentran el espacio de desarrollo personal.
Este
estilo genera una elevada respuesta emocional y gran productividad
pero a menudo no se aplica puesto que “consume tiempo” en
relaciones personales y a su vez, existe temor a la intromisión. No
obstante, resulta muy efectivo para trabajar con profesionales con
potencial de desarrollo, motivados y pro-activos.
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